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martes, 26 de agosto de 2014

Museo I...

Hoy se inaugura una nueva sección del cuchitril, este espacio está dedicado a dejar un registro de todas aquellas cosas, con las que durante mi vida tuve alguna relación directa y que para el momento en que se escribe la entrada, y con mayor razón para cuando lo lea la patrona, ya no será probable encontrarlo en la vida cotidiana, salvo en raras excepciones, o en un museo.

Para empezar, mencionaré a una herramienta que si bien ya no es raro encontrarla, su legado permanecerá por mucho, incluso es lo que me permite estar redactando esta entrada en este momento, me refiero a la máquina de escribir, instrumento de tortura psicológica y en ocasiones física para un estudiante de secundaria y preparatoria hasta finales de los 90s.

Había dos frases de los maestros que provocaban que la melodía de Psicosis resonara en tu cabeza, quiero la tarea A MÁQUINA y SIN ERRORES. La tortura comenzaba desde alinear la hoja, pasaba por el nervio de no equivocarte cuando ya solo faltaban dos o tres líneas para llenar la hoja (que era cuando normalmente solían multiplicarse estos errores), si bien existían alguna formas de corregirlos, casi siempre dejaban marcas y si el maestro era muy quisquilloso, lo tomaba como un error, y en ocasiones, cuando se combinaba mucha inspiración con poca pericia con la máquina, terminaba uno por meter los dedos entre las teclas con el consabido machucón.

Los inicios de esta herramienta se remontan a ya casi doscientos años, cuando se buscaba el medio de darle el acabado de imprenta a cartas y documentos comerciales de pocas hojas, que era incosteable mandar a las imprentas o demasiado lento el proceso si se encargaba a los copistas, hubo muchos intentos y variaciones de máquinas que lo hacían, pero todas ellas lo hacían de manera mucho más lenta que la escritura a mano, y con resultados diversos.
La famosa bola de escribir

Fue hasta mediados del siglo XIX cuando los primeros intentos exitosos comenzaron a suceder, siendo la que podría considerarse el abuelo de la máquina de escribir con la que peleamos, una máquina que se produjo alrededor de 1872, por una compañía que hacía máquinas de coser, Remington and sons, que aplicando la técnica de Edison,  consiguiendo y mejorando una patente de Christopher Sholes, fabricaron un dispositivo muy similar a la máquina de escribir (ya no) moderna.

Desde finales del siglo XIX sufrió muy pocos cambios, siendo el más significativo el hecho de poder ver lo que se iba escribiendo, en los modelos anteriores, la parte que escribía en el papel estaba tapada, por lo que no se podía dar uno cuenta de los errores que se cometían al escribir. Se podría decir que se mantuvo estándar desde 1920.
Ya va tomando forma, de hecho parece una computadora
El principio de funcionamiento es el siguiente: hay un teclado al frente el cual mediante varillas están unidos a un tipo que tiene un caracter grabado en relieve, al presionar la tecla con firmeza, empuja al tipo que hace que el relieve golpeé contra una cinta de tela entintada que esta frente al papel, así, deja una impresión de dicho caracter en la hoja, internamente, el carro donde esta puesta la hoja, se mueve un poco al a izquierda, para dar lugar a la siguiente letra que se pulsará, así se avanzaba hasta llegar al final de la hoja, unos espacios antes de llegar al final, sonaba un timbre que avisaba, para tomar nuestras precauciones necesarias para no saltarnos del margen y se jalaba una palanca que estaba al extremo izquierdo del carro, la cual tenía dos funciones, regresar el carro al principio de la hoja, y girar el rodillo para mover la hoja y dejarla lista para escribir el siguiente renglón, esta función la cumple ahora la tecla enter. Para ajustar márgenes y tabulaciones, se usaban topes mecánicos que delimitaban el avance del carro.
De la década de 1920

Cuando se presionaba la tecla, además de ocurrir lo anteriormente descrito, también hacía que los carretes donde estaba enrrollada la cinta entintada girarán, (ahora que lo pienso, nunca supe cuanto media la cinta que traían los carretes), por lo que llegaba un momento en que había que rebobinar la cinta, proceso tan común en otras áreas como la fotografía, la música y las películas de la era pre-digital. Esta cinta podía ser de un solo color, negra, o con dos secciones, negro y rojo comúnmente, las máquinas tenían un mecanismo para alinear la banda de color requerido frente al papel.
De la década de 1960

Del proceso de escritura, no necesito reseñar gran cosa, puesto que básicamente se mantiene idéntico a hoy en día a como se hace en el teclado de las computadoras, la única observación que podría destacar, es que en las máquinas de escribir se requería usar fuerza en los dedos para poder hacer que se imprimiera la tecla deseada, al contrario de los teclados de las computadoras, por lo que era muy común en la gente que pasaba de las máquina de escribir a las computadoras, ver como aporreaban al teclado sin misericordia, acostumbradas a usar la "fuerza bruta", con las teclas.

El tipo de letra que comúnmente tenían las máquinas era uno similar al Times, aunque realmente ninguna máquina escribía igual a otra, debido a varios factores, la fundición de los grabados, el desgaste propio de cada máquina en cada caracter, y esa leve imperfección en cada letra debido a las pequeñas partículas de tela que se adherían al papel con cada golpeteo de los tipos, esa cálida imperfección del mundo analógico que algunos extrañan ante la fría exactitud del mundo digital (creo que me mandé con esa última frase).
Una "moderna"
Por último el legado que aún prevalece idéntico y que es la principal razón de que el proceso de escritura sea casi igual, es la distribución del teclado, casi universal, la distribución QWERTY, que tiene más de 100 años de existir, la razón exacta del porque se distribuyeron así las teclas no se sabe, pero una vertiente es que se hizo así para maximizar la velocidad de escritura y minimizar los tan molestos atascos de los tipos, que ocurrían cuando se presionaban muy rápido las teclas, las varillas de los tipos correspondientes terminaban atoradas frente al papel y había que destrabarlas a mano, con esta distribución, se tenía que desplazar los dedos varias veces entre las teclas, dándole el tiempo necesario a las varillas a volver a su posición a tiempo antes de que la siguiente fuera empujada hacia el papel, claro para los que escribíamos con solo 2 dedos, nunca llegamos a sufrir de estos atascos jeje. 

Existió un paso previo entre la máquina mecánica y las computadoras, la eléctrica, la cual, se podría mencionar en otra entrada si la multitud así lo pide, ya que merece un trato aparte, por lo pronto así termina esta primera visita al museo, gracias por su compañía, y vuelva pronto.




6 comentarios:

  1. ¡Muy interesante tu nueva sección! (que en este caso concreto, respecto al primer tema que escogiste me llega bastante). Cuando estaba en los últimos años del colegio, mi papás me hicieron un regalo que me sirvió mucho hasta gran parte de mis años de universidad: una máquina eléctrica. Recuerdo haber escrito tantos trabajos con ella y que se la prestaba a una amiga para que se ganara unos cuantos pesos escribiéndoles los trabajos a otra gente en la universidad; luego cuando ya comencé a hacer clases, todavía se enseñaba a las alumnas de secretariado a escribir con estas máquinas y tuve que supervisarlas (si bien nada sabía de mecanografía). Es increíble cómo este invento que tan importante fue, quedó obsoleto como el cassette, los VHS con los videograbadores y los diskettes, de modo que todos ellos hoy en día son casi desconocidos para toda una generación.

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    1. Gracias Elwin, siempre son bienvenidos tus comentarios, nomás que ya me "spoileaste" algunas de las siguientes entradas de la serie jaja.

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  2. Pero que diferente tu experiencia y la mía con la máquina de escribir, fíjate que en mi caso, le "pedí prestada" la máquina de escribir a mi padre (y nunca se la devolví) y en ella comencé mis pinitos como escritor, recuerdo que mi Mamá me enseño a teclear con unas pocas lecciones, y mi empeño fue tal que aprendí solo con eso, de esa época recuerdo pasar todas las tardes escribiendo historias, dos novelas escribí en esa máquina (y no las he publicado nunca) y muchos cuentos.
    Todavía de vez en cuando la miro y los recuerdos que me trae son enormes :)

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    1. La máquina con la que yo lidié era de mi mamá, y allí me tocó hacer mis tareas de la secundaria, y también fue la que me permitió pasar de usar un dedo de cada mano, a 3, que es lo más que puedo usar actualmente para escribir .

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  3. Lo que son las cosas, yo también barajaba crear una serie similar, pero por lo visto, me quedo con ésta, que lo hace mucho mejor de lo que yo lo había concebido. Las máquinas de escribir, qué tiempos aquellos... Me recuerda las primerísimas cosas que escribía, cuando era tan joven e indocumentado que mi inspiración era básicamente crear historias que eran copias de los autores que iba leyendo. Recuerdo también lo doloroso que era cuando la cinta estaba tan gastada que se agujereaba, y siendo un niño, no tenía dinero para comprar otra... Impagable también la mención a las cintas bicolor, teclear palabras en rojo era la manera de usar cursivas en la era anterior a los procesadores de texto.

    Y me voy a mandar otra sugerencia para artículo en esta sección: las letras ésas que venían en una lámina de plástico transparente y que se pegaban a un texto rayando encima con un lápiz. En la era anterior a las .ttf, eran la salvación de los diseñadores gráficos. Por acá las llamábamos mecanorma, pero no sé con qué nombre las conocían en otras partes.

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    1. Que bueno que esta sección ha tenido buenos comentarios, creo que apela a la nostalgia de mucho de nosotros, gracias por tus comentarios Guillermo.

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